Vaya por delante que nuestra impresión general sobre la lectura en educación secundaria obligatoria es que adolece de una inadecuada programación; en el peor de los casos, carece de ella. El rechazo del alambicamiento de ciertas programaciones, su imagen burocratizante, la escasa formación entre licenciados y doctores respecto a la lectura y la difusión de una serie de lugares comunes (“a los alumnos no les gusta ningún libro”, “no podemos luchar contra la televisión”, “no saben leer”…) pueden ser algunas de sus causas.
Centrarnos en el primer aspecto -la programación- indica la im…