En aquellos años de crac psicológico, cuando el niño deja ser niño, apareció en mi vida un nuevo deporte venido de las Américas que acabaría marcando mi futuro: el triatlón. Buscando el reconocimiento social que todo adolescente necesita, y que hasta el momento el deporte rey no me había aportado, soñaba con ser ese hombre de hierro que el marine americano John Collins imaginó ideando una prueba de resistencia combinada con deportes considerados tan antagónicos como la natación, el ciclismo y la carrera a pie. Era evidente que el deporte era el pilar de mi vida, la muleta que s…